Cultura visual
la Comunidad Sorda no se define por un espacio geográfico determinado sino por una experiencia vital común, basada en una experiencia en mayor o menor medida de carácter visual.
La Comunidad Sorda conforma una minoría lingüística y sociocultural y la Lengua de Signos Española es el elemento de cohesión en este grupo. Está integrada por individuos de cualquier condición personal y social, por lo que se trata de una comunidad muy heterogénea.
Es la Lengua de Signos el resultado de una adaptación a una limitación sensorial, que ha desarrollado estrategias alternativas a través de una modalidad visual de comunicación.
La toma de conciencia de la Comunidad Sorda, surge a partir de los años 70, tras diversos estudios e investigaciones que corroboran la existencia de dicha lengua y cultura. Algunos aspectos de su identidad son:
Las personas sordas, en su actuación cotidiana, han tenido en cuenta que su realidad es compleja, ya que en ellas se conjugan, de un lado, unas características biológicas diferentes de las de la mayoría, que entran en la definición de discapacidad, y de otro, unas características que las asimilan a una comunidad lingüística minoritaria. Por eso, al tiempo que participan activamente en los organismos de la discapacidad, en la línea del modelo social de la discapacidad que pone el acento en la necesidad de transformar la realidad social, eliminar la discriminación, fomentar la igualdad de oportunidades y la plena participación en la vida social y política, paralelamente defienden su pertenencia a una minoría sociolingüística con una identidad cultural propia.
Este colectivo, estigmatizado durante mucho tiempo, ha resistido la marginación creando redes asociativas y es en la actualidad una comunidad viva, estructurada, aglutinada alrededor de sus asociaciones y centros de servicios, orgullosa de sus lenguas de signos, capaz, desde su experiencia y su profesionalización, de aportar soluciones para vivir en igualdad de derechos con los oyentes dentro de la sociedad y para que las nuevas generaciones de personas sordas encuentren un entorno sin trabas sociales: sin barreras de comunicación y con un sistema educativo bilingüe que les permita acceder plenamente a todas las etapas educativas y adquirir la formación adecuada para optar a puestos de trabajo cualificados y participar plenamente en todas las actividades de la vida social y política.
La Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad reconoce que: “Las personas con discapacidad tendrán derecho, en igualdad de condiciones con las demás, al reconocimiento y el apoyo de su identidad cultural y lingüística específica, incluidas las lenguas de señas y la cultura de los sordos” (Art. 30.4).